Tener un blog mola, o eso dicen. Yo, en mis mañanas, tardes y noches de aburrimiento (y también alguna madrugada, por qué no) leo blogs y, a veces, ensimismado en el blog como concepto, con su diseño, sus contenidos y sus comentarios, lo que viene a ser como ente ubicado en lo profundo del Internet para ser rescatado por acérrimos amigos y algún que otro lector que, despistadamente, pasa por ahí, pues pienso que sí, que mola, que tiene su aquel, y que a ver cuándo me lanzo a hacer uno, sobre todo con la de pajas mentales que surcan los pliegues de mi cerebro y que las gentes que pueblan el Internet pueden considerar más que interesantísimas.
En esas, poco después, recordaba que no sería el primer intento; ya ha habido otros anteriormente, y no han funcionado. La falta de constancia, ah, ese profundo mal de la sociedad en general, que eso de echarle la culpa a los demás en vez de a uno mismo se sabe que está muy bien visto.
Así que bueno, he decidido reaventurarme en esto de los blogs, aunque cambiando el punto de vista: lo importante es no abandonarlo a la tercera entrada. Total, ya tuve un espacio de MSN, un Fotolog, y he escrito cosas en el espacio personal de mi perfil en Tuenti, así que lo de tener un lugar público donde decir cosas no es nuevo para mí. Lo único que tengo que hacer es preocuparme de tenerlo atendido.
No puede ser tan difícil, ¿no? Hay miles de personas que hacen lo mismo, y parece que les va bien.
Así pues, doy por comenzado este proyecto / propósito de cosa en el que escribiré cuando surja, en el que, como veis, no me comprometo a mucho. Aunque sí que hay algo a lo que quiero intentar comprometerme: a escribir sin emoticonos ni equisdés. "Quiero intentar". Sí, suena a poco compromiso, pero por algo hay que empezar, ¿no?
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